jueves, 8 de noviembre de 2012

Antropología Filosófica - Lenguaje manifestativo y lenguaje personal


TEMA 6:
“Lenguaje manifestativo y Lenguaje personal”

6.1)  Introducción:
§  El conocer personal es otro de los radicales personales. Introducimos en este tema el estudio de los diversos niveles de lenguaje porque nos permite acceder al núcleo personal humano como un peculiarísimo conocer irreductible. La conexión con el legado socrático de estas sentencias, en abierta polémica con las opiniones sofísticas parece clara.

6.2)  Condiciones lingüísticas:
§  El ruido es necesario para que haya voz, pero la voz no se reduce al ruido, sino que es un sonido emitido con la finalidad de comunicarse. Para que haya lenguaje, comunicación, hace falta saber el significado de la voz. La voz no es de por sí articulada. Sin voz no hay lenguaje, pero el lenguaje no se reduce a la voz. Con la voz articulada aparecen nuevos sonidos que el animal puede aprender si tiene oído.

6.3)  Lenguaje natural, convencional y natural:
§  Analicemos ahora la superioridad del lenguaje convencional sobre el cultural y natural.
§  El lenguaje natural es limitado, pues posee un signo para cada realidad, pero el convencional puede crecer ilimitadamente. Es superior el convencional, porque mientras la voz se refiere a una sola realidad, la palabra, siendo una, se refiere a muchas realidades. Los sentimientos son particulares. La palabra expresa pensamientos, que son universales. Pero no todas las realidades son así. Que la palabra sea convencional comporta una ventaja: que significa en universal, no en particular. Un lenguaje natural sería imposible porque las realidades singulares son incontables, y para denominarlas usaríamos infinitas voces, que nos sería imposible aprender. Las palabras transmiten un significado, pero universal, no concreto o específico para cada realidad. En efecto, por una parte en la mente no hay realidad ninguna, sino ideas. Si el lenguaje está al servicio del pensamiento dicha síntesis le afecta nuclearmente. Es mucho mejor, más significativo, y más sencillo de aprender, un lenguaje convencional que un lenguaje pegado a la imaginación, es decir, que un lenguaje representativo, jeroglífico, plagado de imágenes.

6.4)  Diferencia intencional entre lenguaje y pensamiento:
§  Se entiende por intencionalidad la renitencia de lo pensado o de lo dicho a la realidad, a la que la idea o la palabra se refiere. Pues bien, la referencia de lo pensado a lo real es netamente distinta, por superior, a la que logra el lenguaje. El objeto pensado es puramente intencional; se agota remitiendo a lo real. En cambio, la palabra es intencional, pero no absolutamente, porque se lo impide el componente físico que posee, la materialidad de los sonidos o del signo gráfico. Dentro de lo físico la palabra es lo más intencional, lo más remitente, pero es inferior al pensar. Su intencionalidad no es natural sino convencional. La intencionalidad de lo pensado, en cambio, no es convencional. Si así fuera, la verdad como adecuación a lo real sería imposible, y la comunicación interpersonal no tendría como norte la verdad sino el acuerdo voluntario, lo cual es la tesis del nominalismo. El rechazo de esta tesis provino del racionalismo y del idealismo, que entendían por verdad la coherencia lógica interna a la mente, pero que al igual que el nominalismo desconocían la intencionalidad cognoscitiva. La hermenéutica posterior, pese a incoarse dentro del idealismo, se desvió de ese planteamiento en lo que al lenguaje respecta, porque postuló la posibilidad de diversas interpretaciones, de diferentes lenguajes, lo cual supone una oscilación clara hacia el nominalismo.
§  La intencionalidad lingüística es convencional. Se distingue en eso de la del pensar. Esta preocupación en torno a la diferencia entre la intencionalidad lingüística de la propia del pensamiento preocupó en el nacimiento de la llamada Filosofía del Lenguaje, a fines del s. XIX. Sin embargo, la diferencia entre ellas es neta, y niega, frente a las tesis de la filosofía analítica, el intento de absorción del pensamiento en el lenguaje. El pensar no se reduce al lenguaje porque el primero no es convencional. La intencionalidad cognoscitiva no puede ser convencional porque es puramente intencional. En efecto, el objeto pensado se agota siendo pura remitencia, semejanza, de lo real. El lenguaje no puede ser meramente intencional porque hay algo en él no remitente y algo remitente. Remitente es el significado de la palabra convencionalmente a ella añadido. No remitente es la materialidad, sonora o gráfica, de la palabra misma. Precisamente porque lo que de intencional tiene la palabra es el significado sobreañadido, es por lo que se comprende fácilmente que el pensar es previo y condición de posibilidad del lenguaje, porque sólo quien posee el significado en propio es capaz de otorgarlo a algo –en este caso al lenguaje– que naturalmente carece de él.
§  Evidentemente hay una mutua redundancia o ayuda mutua entre el pensamiento y el lenguaje, pero lo previo es pensar. El que no sabe pensar no puede fraguar ni comunicarse con ningún lenguaje convencional. Los animales ejemplifican este aserto. El saber hablar ayuda a expresar el pensamiento, pero no por saber hablar se sabe pensar. Más aun, por mucho que se sepa hablar, nunca se dice con exactitud lo que se piensa, sencillamente porque el lenguaje es inferior al pensar y no puede expresar lo pensado con fidelidad. Lo inferior no puede con lo superior sino al revés.

6.5)  El fundamento del lenguaje personal:
§  Por pensar se puede fraguar el lenguaje, pero no por hablar se garantiza que alguien sea inteligente. El pensar es más y condición de posibilidad de cualquier lenguaje convencional. Se puede pensar la índole del lenguaje, porque el pensar puede con él. Pero no se puede hablar de modo preciso del pensar, sino sólo comparativamente. El lenguaje es apropiado para hablar del mundo sensible, no de lo espiritual, como es el caso del pensar, y menos todavía de la persona humana y de lo que a ésta transciende. Eso es así porque el lenguaje es en parte sensible; está tomado de lo sensible. Está sometido a las leyes de lo físico, es temporal, procesual, etc. Por ello, describe mal lo que no es de la condición de lo físico, porque es intencional respecto de lo físico, no respecto de lo superior, como es el caso del mismo pensar, del querer, de la persona, de Dios, etc. Si el lenguaje no expresa con fidelidad lo que es espiritual ello debe llevarnos a enmudecer en antropología, esto es, a caer en una especie de misticismo. Se usará el lenguaje como medio para que a través de él nuestro conocer se haga cargo de las realidades personales que subyacen, pero seremos conscientes de que no el lenguaje no las describe sino metafóricamente.
§  Primero es saber, luego hablar. Sólo puede hablar el que sabe hablar. No se trata de dominar un idioma o de manejar un lenguaje computacional, sino de ser capaz de formar o entender un lenguaje convencional porque se es inteligente. El lenguaje está abocado a dejar en el tintero mucho significado que no puede aferrar, significado neto, por otra parte, para el pensamiento. El hombre no es inteligente porque habla sino al revés. Frente al nominalismo, sobre todo el de corte pragmático, hay que mantener que el pensar es el fundamento del lenguaje y no a la inversa. Frente al idealismo hay que sostener que no se conocen todos los posibles lenguajes en sus reglas lógicas de formación, pero sí como se fragua el lenguaje. El lenguaje depende de los hábitos cognoscitivos, pero el aplicar tal o cual significado a ésta o aquella palabra también depende de la voluntad. El lenguaje implica razón y voluntad, y como aquellas potencias, el lenguaje está bajo el uso de la persona humana. Frente al tradicionalismo, que hace derivar todo lenguaje convencional de Dios, hay que mantener que el lenguaje está en nuestra mano. Por lo demás, convencional no significa que sea arbitrario, puesto que no depende sólo de la voluntad, sino del entendimiento. Sostener lo contrario es voluntarismo.

6.6)  Tipos de lenguaje convencional:
§  Poseemos dos tipos usuales de lenguaje convencional: el hablado y el escrito. En este sentido son más ventajosos y pertinentes los medios de comunicación que transmiten la voz, como los telefónicos, que los que sólo transmiten mensajes escritos, como los beeper. El escrito era más inexpresivo, pero más perdurable. Estas últimas muestran la superioridad del lenguaje oral sobre el escrito, pues manifiestan mucho mejor el modo de ser del interlocutor, que el escrito. El lenguaje audiovisual es superior a los precedentes. El lenguaje fílmico, el del video, ofrece una innegable ventaja sobre los anteriores, es más veloz, porque se apoya en el sentido externo más alto: la vista.

6.7)  El lenguaje simbólico:
§  Ese sería el vicio del lenguaje fílmico, como lo es el charlotear del lenguaje hablado, la prensa insustancial del escrito, o la curiosidad intelectual en el caso del pensar.
§  No en vano se denomina séptimo arte al lenguaje fílmico, pues las artes lo son por su belleza, pero principalmente porque esa belleza va unida a la convencionalidad, en el fondo, al pensamiento. El mundo simbólico es la última posibilidad del lenguaje humano; es el apuntar a mucho más significado que el que se expresa mediante el lenguaje convencional. Ser símbolo no es ser copia sino el intento más elevado de sacarle todo el partido al lenguaje convencional. Si se pudieran enlazar ambos lenguajes tendríamos un simbolismo superior a la poesía. Hay un lenguaje convencional superior al de la poesía, a saber, el de la filosofía, pues la poesía más profunda deja de serlo y se convierte en filosofía.

6.8)  Naturaleza y persona:
§  El lenguaje natural expresa la naturaleza humana. El desarrollo de la naturaleza humana depende de la persona. Desarrollar la naturaleza significa crecer cognoscitiva y volitivamente.
§  Todo lenguaje convencional, también el de los ordenadores, continúa la naturaleza humana. Ahora bien, ¿es el lenguaje convencional el más elevado? Evidentemente es más perfecto que el lenguaje natural, pero el convencional sería el lenguaje más elevado si la naturaleza humana una vez perfeccionada fuera lo más elevado del hombre. Pero si la persona humana no se reduce a su naturaleza, incluso perfeccionada, cabe un lenguaje superior: el personal.

6.9)  Lenguaje personal:
§  El lenguaje natural es expresión de la naturaleza humana. Pero ninguno de los dos es el lenguaje personal. Si tenemos en cuenta la distinción tomista entre esencia y acto de ser referida al hombre, el lenguaje convencional forma parte de la esencia humana, el personal, del acto de ser o de la persona misma. El lenguaje en el orden personal también es remitente, aunque no sensible. En el fondo, los diversos lenguajes son derivados del lenguaje personal. Su lenguacidad depende del primer lenguaje. De modo que actúa mal (lenguaje cultural) el que habla mal (lenguaje convencional), y habla mal quien piensa poco (lenguaje cognoscitivo de pura remitencia), y piensa poco el que es poco (lenguaje personal). Si bien el sentido del lenguaje convencional está en la mano de la persona humana, puesto que es una posesión suya, el sentido de la propia persona humana, de su nombre personal, no está en sus manos, porque ella no depende de sí. 

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