TEMA 4:
“Las facultades sensibles”
4.1) ¿Qué
son las facultades sensibles?
§
En las
publicaciones recientes de todo tipo sobre el hombre es usual subrayar las semejanzas
que existen entre los animales y el hombre a nivel somático. En esta lección
proponemos descubrir tal distinción atendiendo a las funciones y facultades
sensibles. A tales principios de operatividad diversa se les denomina desde
antaño potencias o facultades. Una potencia o facultad
es una capacidad de obrar. En este sentido las facultades son instrumentos
naturales del sujeto. Son, pues, para la manifestación de la persona.
§
Pues
bien, en el hombre existen múltiples potencias o facultades, y la
suma o la totalidad de ellas no se identifican con el alma o la vida
humana. Lo que permite que unas veces actuemos y otras no son las potencias.
Hay que poner, por tanto, entre los actos y la vida o el alma las
potencias. Hay pluralidad de potencias en el alma, porque los
fines de los actos u operaciones son diversos.
§
Si la
totalidad de las potencias fuera la misma alma o vida humana, las
diversas potencias tendrían en propio no sólo ver, oír, etc.,
§
Las facultades
o potencias no se reducen a los órganos. Aunque existe una estrecha
relación, no hay que confundir el soporte orgánico de la facultad con la
facultad misma entera.
§
A todas
las facultades sensibles animales y humanas les ocurre lo mismo: además de
vivificar su órgano, les sobra vida para realizar sus actos no orgánicos
propios. Lo cual indica que la facultad es más que órgano y que sus
actos tampoco son orgánicos.
§
Potencias
o facultades son, pues, los principios
potenciales de las diversas operaciones que pueden ejecutar los
seres vivos. “Principios” indica que son el origen de donde nacen tales actos.
4.2)
La jerarquía entre las distintas
facultades sensibles
§
Las
facultades están ordenadas entre sí, y también sus órganos. Se patentiza este
orden por la dependencia de unas potencias respecto de otras. La
dependencia implica, pues, una subordinación de las potencias inferiores
a las superiores. Ejemplificando: los apetitos sensibles (deseo de comer,
beber, etc.) Todas las facultades están subordinadas a la razón, pues
están en función de ella. Por eso señalaban los medievales no sólo que las
potencias inferiores nacen de las superiores, sino también que las
superiores son el fin de las inferiores.
§
Es
aceptado por la mayor parte de autores el distinguir, de menos a más, entre
cuatro grupos de potencias humanas (que no cuatro potencias), a saber: vegetativas,
locomotrices, sensitivas e intelectivas. Por ello, en las
sensitivas hay que distinguir entre cognoscitivas sensibles y
apetitivas sensibles. Dentro de las cognoscitivas sensibles se pueden
distinguir dos subgrupos: los sentidos externos y los sentidos
internos. En los sentidos externos, cinco facultades: tacto, gusto,
olfato, oído y vista. Dentro de las apetitivas sensibles, dos: apetito
concupiscible y apetito irascible.
4.3)
La distinción entre las funciones
humanas a nivel vegetativo:
§
Como es
sabido, la vida vegetativa es un movimiento vital que transforma
en su propia vida lo inerte (nutrición), reduplica su propia vida (reproducción
celular) y la desarrolla especializándola en determinadas funciones (desarrollo).
Se trata de tres funciones distintas: la nutrición, el desarrollo
y la reproducción. La nutrición consiste en asimilar a sí, al
propio cuerpo, lo externo posible de ser asimilado. Al ser asimilado, lo
inorgánico es transformado, porque pasa a ser orgánico, vida de la vida del ser
vivo. Lo que era meramente inerte ha pasado a ser un movimiento intrínseco:
vida. El desarrollo o crecimiento es la función central de la
vida vegetativa. Por eso ambas están en función de éste.
§
Que las
funciones vegetativas se dan tanto en los vegetales y animales como en el
hombre es claro. En el hombre siempre caben ulteriores desarrollos; no está
cerrado biológicamente jamás. La reproducción celular animal
genera células con una función determinada, mientras que la humana engendra
células a las que llamamos libres: neuronas libres, otro síntoma de
compatibilidad vegetativa con la libertad personal. El desarrollo
humano también es distinto del animal. El humano de entrada es especialista en
no especializarse, en ser abierto. Todo ello son distinciones esenciales
entre el hombre y los animales a nivel vegetativo.
§
Por muy
autónomo que parezca lo vegetativo en el hombre no hay que olvidar que no nace
el hombre de lo vegetativo, sino lo vegetativo de la persona humana, y que no
es el hombre para lo vegetativo, sino lo vegetativo para el
hombre, y no para cualquier hombre o para la humanidad, sino para tal o cual
hombre, es decir, para una persona irrepetible. De modo que las funciones
vegetativas humanas deben ser abiertas, y no con cualquier apertura, sino con
la apertura de tal o cual hombre que es una libertad
distinta.
4.4)
La distinción de los sentidos
externos:
§
Al comer
una fruta, por ejemplo, ésta deja de ser lo que era para pasar a ser de la
naturaleza del ser vivo que la asimila.
§
Los sentidos
externos son aquellas facultades sensibles que además de
vivificar a su propio órgano corpóreo, permiten conocer de modo sensible
las realidades físicas particulares que están presentes.
§
En los sentidos
externos se pueden diferenciar dos grupos: a) Los inferiores:
tacto, gusto y olfato, y b) Los superiores: oído y vista.
§
¿En que
nos diferenciamos de los animales en los sentidos externos? Por una parte
en que estos sentidos no se dan todos en todos los animales, y entre los
animales en que se dan todos los sentidos, tampoco se dan igualmente
desarrollados como en el hombre. No todos los animales tienen los cinco
sentidos, sino sólo los animales denominados superiores.
4.5)
La distinción entre los sentidos
internos
§
Al
conocimiento sensible que permiten los sentidos externos sigue el de los
sentidos internos, que captan los actos de nuestros sentidos, retienen
objetos conocidos por la sensibilidad externa, forman otros y los valoran. Los
sentidos internos son cuatro, también siguiendo la clasificación tradicional.
Son el sensorio común, también denominado conciencia sensible o
percepción, la imaginación, la memoria sensible, y la que los
medievales denominaban cogitativa (llamada estimativa en los
animales).
§
El sensorio
común percibe los actos de los sentidos externos. La imaginación
forma imágenes, asocia esas formas, y forma otras nuevas sin intención de
tiempo. La memoria sensible retiene objetos percibidos por los sentidos
externos.
§
En
cuanto a los sentidos internos las diferencias del hombre con los
animales son evidentemente más marcadas en los sentidos superiores, que en el
sensorio común.
§
Tomemos
ahora en consideración los otros tres sentidos internos, que son más altos que
la percepción sensible. Recordar un trozo de tiempo y superponerlo un número de
veces indefinido no es memoria pegada a lo sensible, no es memoria animal,
porque nada de lo sensible es indefinido, superpuesto e igual.
4.6)
La distinción en los apetitos
sensitivos:
§
Los apetitos
sensibles son la inclinación que sigue al conocimiento sensible.
§
Lo
propio del apetito sensible es desear lo sensible, y consta de dos
inclinaciones suficientemente distintas: el apetito concupiscible y el
irascible, según la terminología tradicional.
§
Ambos
apetitos en el hombre son dirigidos por la razón, y se subordinan
también a la voluntad.
§
Los apetitos
sensibles animales, por el contrario, están fijados instintivamente.
La tendencia del animal es sumamente selectiva, adaptada a un ámbito de la
realidad muy reducido. Para el animal sólo tienen significado una serie de
realidades sensibles proporcionadas a unas tendencias y excluye el resto.
§
Además,
el animal tiende al objeto de su deseo de modo unívoco. El hombre se
puede comportar de muchas maneras porque está abierto.
§
Si en el
animal lo último no es la conciencia sensible (sensorio común), ni
siquiera la del conocimiento interno superior (estimativa), sino las
tendencias (apetitos), hay que mantener que a distinción del hombre las
tendencias son inconscientes para el animal. Ello indica que las
tendencias animales no están en función del animal concreto, puesto que tienden
a algo real externo a pesar del animal concreto. En el hombre, en cambio, los
sentidos y los apetitos sensitivos ni son fin en sí ni se subordinan al orden
cósmico universal, sino que están en función de la inteligencia y de la voluntad
humanas respectivamente.
4.7)
Distinción de los sentimientos
sensibles:
§ En sentido estricto los
sentimientos sensibles son estados de ánimo sensibles. Pero no
todos los sentimientos son así. Los hay del espíritu. Los sentimientos
son los estados en que se encuentran las facultades sensibles. Si
el órgano de una facultad está bien dispuesto de modo que ésta puede actuar
bien, se nota agrado; si mal, desagrado.
§
Los
sentimientos sensibles son, pues, estados de ánimo que acompañan al
conocimiento sensible y que se sitúan en la facultad. ¿Qué significa
“estado de ánimo”? Que es una situación en la que las facultades humanas
con soporte orgánico están, no algo que el hombre es. No se
olvide que tales sentimientos son sensibles porque son consecuencia de
los actos cognoscitivos de las facultades sensibles. Los sentimientos
son la información acerca del estado de la facultad sobre la conveniencia o
inconveniencia de los objetos conocidos, deseados, etc., por los actos
de la facultad respecto de ésta.
§
Como la
facultad sensible es orgánica, cambia, y por eso sucede que los sentimientos
son cambiantes.
§
¿Es
bueno ser sentimental? Uno no es de cartón-piedra y no conviene que lo sea, porque los
sentimientos sensibles son buenos, pero no son lo mejor, porque el
hombre no se reduce a su sensibilidad. El sentimiento sensible en el
hombre es por naturaleza superficial y pasajero. Como el hombre
no se reduce a sus estados de ánimo sensibles, valorarlos en exceso es caer en
el sentimentalismo, una especie de bajo romanticismo, en el que
uno se apesadumbra ante las mínimas dificultades de la vida, restando ese
decaimiento fuerzas a la vida para combatir los obstáculos con ahínco. Si se
busca el placer como fin se es sentimental. Los sentimientos sensibles
no son actos sino reacciones corpóreas de la facultad sensible.
El nivel de los sentimientos es variable según el estado en que se encuentra la
facultad. Si la salud acompaña: los actos de la facultad se captan con
la alegría propia del animal sano.
§
Si al amor
personal se le llama extensivamente sentimiento, pues muy bien, pero
téngase en cuenta que ese amor cabe sin “sentir” nada, “sintiendo”
incluso dolor, o “estando” corporalmente mal. Si los sentimientos sensibles
acompañan a ese amor, pues estupendo. Los sentimientos o la afectividad
son indicativos para obrar, porque sin ellos el conocimiento sensible no
puede ser seguido por tendencias.
§
Delegar
todo el querer humano al sentimiento es acomodarse a la mediocridad.
Conviene que los sentimientos estén proporcionados al amor personal.
§
¿Qué
distinción hay entre los sentimientos sensibles humanos y los animales? Si los
sentimientos son los estados de la facultad y el fin de las facultades
sensibles humanas son los actos (conocer, apetecer, etc.),
4.8)
La distinción entre el movimiento
animal y el humano:
§
Si las
tendencias apetitivas inclinan al bien concreto y sensible, las locomotrices
son la tendencia a ocupar un lugar. A los movimientos corpóreos del animal se
le llama conducta. Los del animal son instintivos. Los del hombre
corregidos y educados racionalmente. Las funciones locomotrices humanas son muy
variadas, más que en los animales. Además, los movimientos animales están
enteramente ordenados, sometidos, al orden cósmico.
§
La locomoción
animal es la conducta. Esas funciones adicionales configuran el
comportamiento humano. El hombre es el único ser que se comporta. Pero
no hay un modelo fijo de comportamiento humano, porque el hombre está abierto.
En los animales a todo conocimiento sigue inexorablemente una tendencia, y a
ésta una conducta. En el hombre sucede lo inverso. Los animales no
tienen tal deseo.
§
El
conocimiento animal es indisociable de sus apetencias, y éstas de su conducta
instintiva.
4.9)
¿Es el hombre a nivel sensible un
animal más?
§
La
respuesta, en consecuencia con lo examinado hasta el momento no puede ser sino
negativa. Además, ni siquiera puede ser un animal más el hombre que lo quiera
ser, porque querer tal extremo es para el hombre una posibilidad entre muchas
(y ello indica apertura, libertad. En rigor, persona), mientras que el animal
está determinado a serlo.
§
Decíamos
que las funciones vegetativas humanas presentan una apertura respecto de
las animales. Apertura, que es patente en los sentidos externos, en los
internos, en los apetitos sensitivos, en los sentimientos o afectos sensibles,
y también en los movimientos corporales. La apertura es, pues lo diferencial.
Ahora bien, ¿por qué esa apertura? Porque de no tenerla en el cuerpo y en cada
una de nuestras funciones y facultades sensibles ello sería incompatible con la
apertura de la razón y de la voluntad a la totalidad de lo real,
propias de la naturaleza humana, y tampoco sería compatible con la libertad
humana, pero no en general, sino la de cada quien, que es -como se verá- una libertad irrepetible.
§
Precisamente
por esa novedosa libertad el hombre puede humanizar cada vez más su
sensibilidad personalizándola. Le interesa saber a cada hombre qué son
sus sentidos y cómo es su modo de conocer, pero no para explotar la
sensibilidad ni tratarla con desorden, sino para elevarla al plano de lo humano
y dotarle de su propia personalidad, para ponerla al servicio de lo
mejor que existe en él. La sensibilidad es educable. Para educarla se debe
respetar su índole, el modo de actuar de cada sentido, y asimismo, notar qué es
lo inferior de la sensibilidad y qué lo superior, para poder subordinar lo
menos a lo más.
§
Tampoco
los sentimientos sensibles humanos son iguales a los animales, pues
entre los animales la repetición instintiva de los mismos caracteriza a todos
los animales de una misma especie. De modo que vistos los sentimientos de dos
ejemplares (macho y hembra) se saben los de los demás. En cambio, en los
humanos no hay dos modos iguales de manifestarlos. ¿Para qué son esos
sentimientos internos en las facultades sensibles del hombre?, ¿para endulzar
la vida? Sí, seguramente. Pero ¿no será que son también un correlato sensible
de que existen, también internos, sentimientos no sensibles del espíritu?
Sin embargo, si tales sentimientos espirituales se dan, no pueden ser un mero estado
de ánimo sino un estado del ser personal.
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