jueves, 8 de noviembre de 2012

Antropología Filosófica - Las facultades sensibles


TEMA 4:
“Las facultades sensibles”
4.1)  ¿Qué son las facultades sensibles?
§  En las publicaciones recientes de todo tipo sobre el hombre es usual subrayar las semejanzas que existen entre los animales y el hombre a nivel somático. En esta lección proponemos descubrir tal distinción atendiendo a las funciones y facultades sensibles. A tales principios de operatividad diversa se les denomina desde antaño potencias o facultades. Una potencia o facultad es una capacidad de obrar. En este sentido las facultades son instrumentos naturales del sujeto. Son, pues, para la manifestación de la persona.
§  Pues bien, en el hombre existen múltiples potencias o facultades, y la suma o la totalidad de ellas no se identifican con el alma o la vida humana. Lo que permite que unas veces actuemos y otras no son las potencias. Hay que poner, por tanto, entre los actos y la vida o el alma las potencias. Hay pluralidad de potencias en el alma, porque los fines de los actos u operaciones son diversos.
§  Si la totalidad de las potencias fuera la misma alma o vida humana, las diversas potencias tendrían en propio no sólo ver, oír, etc.,
§  Las facultades o potencias no se reducen a los órganos. Aunque existe una estrecha relación, no hay que confundir el soporte orgánico de la facultad con la facultad misma entera.
§  A todas las facultades sensibles animales y humanas les ocurre lo mismo: además de vivificar su órgano, les sobra vida para realizar sus actos no orgánicos propios. Lo cual indica que la facultad es más que órgano y que sus actos tampoco son orgánicos.
§  Potencias o facultades son, pues, los principios potenciales de las diversas operaciones que pueden ejecutar los seres vivos. “Principios” indica que son el origen de donde nacen tales actos.
4.2)        La jerarquía entre las distintas facultades sensibles
§  Las facultades están ordenadas entre sí, y también sus órganos. Se patentiza este orden por la dependencia de unas potencias respecto de otras. La dependencia implica, pues, una subordinación de las potencias inferiores a las superiores. Ejemplificando: los apetitos sensibles (deseo de comer, beber, etc.) Todas las facultades están subordinadas a la razón, pues están en función de ella. Por eso señalaban los medievales no sólo que las potencias inferiores nacen de las superiores, sino también que las superiores son el fin de las inferiores.
§  Es aceptado por la mayor parte de autores el distinguir, de menos a más, entre cuatro grupos de potencias humanas (que no cuatro potencias), a saber: vegetativas, locomotrices, sensitivas e intelectivas. Por ello, en las sensitivas hay que distinguir entre cognoscitivas sensibles y apetitivas sensibles. Dentro de las cognoscitivas sensibles se pueden distinguir dos subgrupos: los sentidos externos y los sentidos internos. En los sentidos externos, cinco facultades: tacto, gusto, olfato, oído y vista. Dentro de las apetitivas sensibles, dos: apetito concupiscible y apetito irascible.
4.3)        La distinción entre las funciones humanas a nivel vegetativo:
§  Como es sabido, la vida vegetativa es un movimiento vital que transforma en su propia vida lo inerte (nutrición), reduplica su propia vida (reproducción celular) y la desarrolla especializándola en determinadas funciones (desarrollo). Se trata de tres funciones distintas: la nutrición, el desarrollo y la reproducción. La nutrición consiste en asimilar a sí, al propio cuerpo, lo externo posible de ser asimilado. Al ser asimilado, lo inorgánico es transformado, porque pasa a ser orgánico, vida de la vida del ser vivo. Lo que era meramente inerte ha pasado a ser un movimiento intrínseco: vida. El desarrollo o crecimiento es la función central de la vida vegetativa. Por eso ambas están en función de éste.
§  Que las funciones vegetativas se dan tanto en los vegetales y animales como en el hombre es claro. En el hombre siempre caben ulteriores desarrollos; no está cerrado biológicamente jamás. La reproducción celular animal genera células con una función determinada, mientras que la humana engendra células a las que llamamos libres: neuronas libres, otro síntoma de compatibilidad vegetativa con la libertad personal. El desarrollo humano también es distinto del animal. El humano de entrada es especialista en no especializarse, en ser abierto. Todo ello son distinciones esenciales entre el hombre y los animales a nivel vegetativo.
§  Por muy autónomo que parezca lo vegetativo en el hombre no hay que olvidar que no nace el hombre de lo vegetativo, sino lo vegetativo de la persona humana, y que no es el hombre para lo vegetativo, sino lo vegetativo para el hombre, y no para cualquier hombre o para la humanidad, sino para tal o cual hombre, es decir, para una persona irrepetible. De modo que las funciones vegetativas humanas deben ser abiertas, y no con cualquier apertura, sino con la apertura de tal o cual hombre que es una libertad distinta.

4.4)        La distinción de los sentidos externos:
§  Al comer una fruta, por ejemplo, ésta deja de ser lo que era para pasar a ser de la naturaleza del ser vivo que la asimila.
§  Los sentidos externos son aquellas facultades sensibles que además de vivificar a su propio órgano corpóreo, permiten conocer de modo sensible las realidades físicas particulares que están presentes.
§  En los sentidos externos se pueden diferenciar dos grupos: a) Los inferiores: tacto, gusto y olfato, y b) Los superiores: oído y vista.
§  ¿En que nos diferenciamos de los animales en los sentidos externos? Por una parte en que estos sentidos no se dan todos en todos los animales, y entre los animales en que se dan todos los sentidos, tampoco se dan igualmente desarrollados como en el hombre. No todos los animales tienen los cinco sentidos, sino sólo los animales denominados superiores.

4.5)        La distinción entre los sentidos internos
§  Al conocimiento sensible que permiten los sentidos externos sigue el de los sentidos internos, que captan los actos de nuestros sentidos, retienen objetos conocidos por la sensibilidad externa, forman otros y los valoran. Los sentidos internos son cuatro, también siguiendo la clasificación tradicional. Son el sensorio común, también denominado conciencia sensible o percepción, la imaginación, la memoria sensible, y la que los medievales denominaban cogitativa (llamada estimativa en los animales).
§  El sensorio común percibe los actos de los sentidos externos. La imaginación forma imágenes, asocia esas formas, y forma otras nuevas sin intención de tiempo. La memoria sensible retiene objetos percibidos por los sentidos externos.
§  En cuanto a los sentidos internos las diferencias del hombre con los animales son evidentemente más marcadas en los sentidos superiores, que en el sensorio común.
§  Tomemos ahora en consideración los otros tres sentidos internos, que son más altos que la percepción sensible. Recordar un trozo de tiempo y superponerlo un número de veces indefinido no es memoria pegada a lo sensible, no es memoria animal, porque nada de lo sensible es indefinido, superpuesto e igual.

4.6)        La distinción en los apetitos sensitivos:
§  Los apetitos sensibles son la inclinación que sigue al conocimiento sensible.
§  Lo propio del apetito sensible es desear lo sensible, y consta de dos inclinaciones suficientemente distintas: el apetito concupiscible y el irascible, según la terminología tradicional.
§  Ambos apetitos en el hombre son dirigidos por la razón, y se subordinan también a la voluntad.
§  Los apetitos sensibles animales, por el contrario, están fijados instintivamente. La tendencia del animal es sumamente selectiva, adaptada a un ámbito de la realidad muy reducido. Para el animal sólo tienen significado una serie de realidades sensibles proporcionadas a unas tendencias y excluye el resto.
§  Además, el animal tiende al objeto de su deseo de modo unívoco. El hombre se puede comportar de muchas maneras porque está abierto.
§  Si en el animal lo último no es la conciencia sensible (sensorio común), ni siquiera la del conocimiento interno superior (estimativa), sino las tendencias (apetitos), hay que mantener que a distinción del hombre las tendencias son inconscientes para el animal. Ello indica que las tendencias animales no están en función del animal concreto, puesto que tienden a algo real externo a pesar del animal concreto. En el hombre, en cambio, los sentidos y los apetitos sensitivos ni son fin en sí ni se subordinan al orden cósmico universal, sino que están en función de la inteligencia y de la voluntad humanas respectivamente.

4.7)        Distinción de los sentimientos sensibles:
§  En sentido estricto los sentimientos sensibles son estados de ánimo sensibles. Pero no todos los sentimientos son así. Los hay del espíritu. Los sentimientos son los estados en que se encuentran las facultades sensibles. Si el órgano de una facultad está bien dispuesto de modo que ésta puede actuar bien, se nota agrado; si mal, desagrado.
§  Los sentimientos sensibles son, pues, estados de ánimo que acompañan al conocimiento sensible y que se sitúan en la facultad. ¿Qué significa “estado de ánimo”? Que es una situación en la que las facultades humanas con soporte orgánico están, no algo que el hombre es. No se olvide que tales sentimientos son sensibles porque son consecuencia de los actos cognoscitivos de las facultades sensibles. Los sentimientos son la información acerca del estado de la facultad sobre la conveniencia o inconveniencia de los objetos conocidos, deseados, etc., por los actos de la facultad respecto de ésta.
§  Como la facultad sensible es orgánica, cambia, y por eso sucede que los sentimientos son cambiantes.
§  ¿Es bueno ser sentimental? Uno no es de cartón-piedra y no conviene que lo sea, porque los sentimientos sensibles son buenos, pero no son lo mejor, porque el hombre no se reduce a su sensibilidad. El sentimiento sensible en el hombre es por naturaleza superficial y pasajero. Como el hombre no se reduce a sus estados de ánimo sensibles, valorarlos en exceso es caer en el sentimentalismo, una especie de bajo romanticismo, en el que uno se apesadumbra ante las mínimas dificultades de la vida, restando ese decaimiento fuerzas a la vida para combatir los obstáculos con ahínco. Si se busca el placer como fin se es sentimental. Los sentimientos sensibles no son actos sino reacciones corpóreas de la facultad sensible. El nivel de los sentimientos es variable según el estado en que se encuentra la facultad. Si la salud acompaña: los actos de la facultad se captan con la alegría propia del animal sano.
§  Si al amor personal se le llama extensivamente sentimiento, pues muy bien, pero téngase en cuenta que ese amor cabe sin “sentir” nada, “sintiendo” incluso dolor, o “estando” corporalmente mal. Si los sentimientos sensibles acompañan a ese amor, pues estupendo. Los sentimientos o la afectividad son indicativos para obrar, porque sin ellos el conocimiento sensible no puede ser seguido por tendencias.
§  Delegar todo el querer humano al sentimiento es acomodarse a la mediocridad. Conviene que los sentimientos estén proporcionados al amor personal.
§  ¿Qué distinción hay entre los sentimientos sensibles humanos y los animales? Si los sentimientos son los estados de la facultad y el fin de las facultades sensibles humanas son los actos (conocer, apetecer, etc.),

4.8)        La distinción entre el movimiento animal y el humano:
§  Si las tendencias apetitivas inclinan al bien concreto y sensible, las locomotrices son la tendencia a ocupar un lugar. A los movimientos corpóreos del animal se le llama conducta. Los del animal son instintivos. Los del hombre corregidos y educados racionalmente. Las funciones locomotrices humanas son muy variadas, más que en los animales. Además, los movimientos animales están enteramente ordenados, sometidos, al orden cósmico.
§  La locomoción animal es la conducta. Esas funciones adicionales configuran el comportamiento humano. El hombre es el único ser que se comporta. Pero no hay un modelo fijo de comportamiento humano, porque el hombre está abierto. En los animales a todo conocimiento sigue inexorablemente una tendencia, y a ésta una conducta. En el hombre sucede lo inverso. Los animales no tienen tal deseo.
§  El conocimiento animal es indisociable de sus apetencias, y éstas de su conducta instintiva.

4.9)        ¿Es el hombre a nivel sensible un animal más?
§  La respuesta, en consecuencia con lo examinado hasta el momento no puede ser sino negativa. Además, ni siquiera puede ser un animal más el hombre que lo quiera ser, porque querer tal extremo es para el hombre una posibilidad entre muchas (y ello indica apertura, libertad. En rigor, persona), mientras que el animal está determinado a serlo.
§  Decíamos que las funciones vegetativas humanas presentan una apertura respecto de las animales. Apertura, que es patente en los sentidos externos, en los internos, en los apetitos sensitivos, en los sentimientos o afectos sensibles, y también en los movimientos corporales. La apertura es, pues lo diferencial. Ahora bien, ¿por qué esa apertura? Porque de no tenerla en el cuerpo y en cada una de nuestras funciones y facultades sensibles ello sería incompatible con la apertura de la razón y de la voluntad a la totalidad de lo real, propias de la naturaleza humana, y tampoco sería compatible con la libertad humana, pero no en general, sino la de cada quien, que es -como se verá- una libertad irrepetible.
§  Precisamente por esa novedosa libertad el hombre puede humanizar cada vez más su sensibilidad personalizándola. Le interesa saber a cada hombre qué son sus sentidos y cómo es su modo de conocer, pero no para explotar la sensibilidad ni tratarla con desorden, sino para elevarla al plano de lo humano y dotarle de su propia personalidad, para ponerla al servicio de lo mejor que existe en él. La sensibilidad es educable. Para educarla se debe respetar su índole, el modo de actuar de cada sentido, y asimismo, notar qué es lo inferior de la sensibilidad y qué lo superior, para poder subordinar lo menos a lo más.
§  Tampoco los sentimientos sensibles humanos son iguales a los animales, pues entre los animales la repetición instintiva de los mismos caracteriza a todos los animales de una misma especie. De modo que vistos los sentimientos de dos ejemplares (macho y hembra) se saben los de los demás. En cambio, en los humanos no hay dos modos iguales de manifestarlos. ¿Para qué son esos sentimientos internos en las facultades sensibles del hombre?, ¿para endulzar la vida? Sí, seguramente. Pero ¿no será que son también un correlato sensible de que existen, también internos, sentimientos no sensibles del espíritu? Sin embargo, si tales sentimientos espirituales se dan, no pueden ser un mero estado de ánimo sino un estado del ser personal

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